No a todos los políticos les pasa el tren de la historia por
la puerta. Por ejemplo, en España, a los políticos de derechas nunca les ha
pasado. Fraga fue el que más cerca estuvo y como ya estaba muy mayor, pues no
pudo dar el último salto que le hubiera dejado encima del vagón de la nueva
derecha española, moderna y no franquista. Lo de Aznar fue puro chascarrillo,
ni siquiera historieta.
También en la izquierda ha habido políticos que lo del tren
de la historia ni lo han olido. Santiago Carrillo, por ejemplo, estuvo
esperando años en una estación por la que ya ni los trenes de mercancías pasaban.
Julio Anguita siempre ha estado lejos de
cualquier estación, es hombre de apeaderos sin paso a nivel. En la izquierda socialista
hay de todo. Joaquín Almunia y Javier Solana, fogoneros “full time”, trabajando
en el tren de la historia difícilmente podían brillar en él. Alfonso Guerra, un
revisor adelantado, está en la misma situación.
He dejado para el final a Felipe González, que tuvo el tren
de la historia varios años parado a su puerta y que mirando lo que hacían los
suecos y los alemanes, que ya andaban por el tren de alta velocidad, al final
se quedó sentado en uno de esos bancos que hay en las estaciones, desde dónde
se ve lo que los demás viajan y tú, como mucho puedes sacar un pañuelo y despedirlos
con emoción. Hombre egocéntrico donde los haya, ahora mismo no hace más que sacar
pañuelos. Algunos con bastantes mocos, todo hay que decirlo.
Pero eso es historia y yo de lo que quiero hablar es del
tren que lleva parado en la puerta de Pedro Sánchez ya casi un año.
El billete es grande y de clase ciudadana. Un caramelo si se
tienen arrestos y confianza en la sensatez de los españoles.
Sólo tiene que ponerse a andar hacia Podemos, tener cuatro palabras
con ellos. Después, ambos, llamar la atención de los nacionalistas vascos y
catalanes y a continuación el tren, el de la historia, por si mismo se pondrá
en marcha.
Sólo ver la cara de “más gilipollas” que se le va a quedar
algunos viendo cómo se va el tren sin ellos ya merece la pena.
¡Y no pasará nada!
Nadie se va tirar del tren en marcha.
Es más, es muy posible que una vez arriba los nacionalistas
estén más preocupados por la marcha del tren entero que por algunos vagones en
particular. Y en Podemos seguro que no va a faltar la ilusión de estar por
primera vez en el tren de la España que ya hace tiempo nos merecemos todos.
¿Es que Pedro Sánchez no se da cuenta de eso? ¿Es que no hay
ningún allegado con cojones que se lo diga, aún a riesgo de ser después
defenestrado? ¿No merece la pena correr ese riesgo?
Porque si Pedro Sánchez no está pensando en eso, ¿En qué
piensa? Unas terceras elecciones lo va dejar más sonado que algunos boxeadores.
Sé que desde dentro lo están frenando, que las presiones que
le llegan son para que deje pasar ese tren, de que tiene que hacer lo que se
hace normalmente en estos casos, es decir, dejar pasar la historia.
Le pesará.
Le pesará, sobre todo, porque es joven y le queda mucho por
ver. Y quizás en unos años vea como otros, más valientes y dispuestos, si cogen
ese tren, y compruebe que del tren no salta nadie. El tren no se rompe. Porque
la mayoría de los viajeros que van en él, tienen más claro de lo que parece
cual es el destino y la mejor manera de llegar a él.
Que luego no diga que nadie se lo dijo y envejezca sacando
pañuelos llenos de lágrimas de arrepentimiento. Despidiendo a la historia que
un día, meses, lo estuvo esperando.
PD: Ah, se me olvidaba, a Mariano Rajoy lo del tren de la historia le da pereza. Por
mucho que se suba en él, siempre sentirá nostalgia de las diligencias. La
putada es que con esas intenciones nos tiene a muchos tragando polvo.
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