miércoles, 30 de noviembre de 2016

“El show de Trump” ¿Quién manda aquí?




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Después de varios meses de estar jugando a la buena y el malo y de sorprenderme de que tanta gente, incluso gente fuera de toda sospecha, entrara al trapo y de que ahora, que ha ganado el malo, sigo viendo como el juego continúa, no me queda más remedio que decir que yo en ningún momento me lo he creído. Que no era un enfrentamiento entre una mujer buena y un hombre malo. O sí lo era pero no en la medida en que tanta gente parece haber creído. Y hablando de tanta gente ¿Nos hemos dado cuenta de que quizás estas elecciones americanas dentro de unos siglos, si aún andamos por aquí, pueden ser contempladas como un vestigio, de lo que entonces será habitual, no sé si bueno o malo, y que será un sistema democrático planetario, en el que todos los seres humanos elijamos a nuestro guía? Porque en estas elecciones americanas sólo han votado los americanos pero aquí, en España, por ejemplo, ha habido más compatriotas interesados que cuando se celebraron la últimas nuestras.
Ojalá fuera Trump el sustentador del poder que ha de dirigir la política de EEUU los próximos cuatro años. Porque Trump será un racista, un machista, un homófobo y fiel seguidor de esa máxima tan poco humana y que tanto practicamos los humanos- Si puedes bien y si no te jodes-  pero al fin y al cabo es un ser humano. Tiene hijos, se ha casado tres veces, ha tenido amantes, cólicos y ahora con la edad que va teniendo, y a pesar del incentivo que supone su esposa, ya habrá empezado a notar lo que algunas veces cuesta levantar algo, aunque su peso sea mínimo. O sea, no será complicado despertar su empatía y al menos entrar en conversaciones. Hablan el mismo idioma, él, que quiere poner un muro entre su país y México, y los mejicanos que lo llaman de todo y se cagan en sus antecesores. Él  les entiende. También entiende a sus compatriotas que están cabreados y dicen cosas tan extrema como las que dijo Robert de Niro. O le traducen lo que ha dicho Miguel Bosé y también sabe que no le cae nada simpático a este simpático compatriota nuestro, lo más parecido al Bono irlandés que tenemos por aquí.
Pero todo esto no forma parte más que del reparto de “El show de Trump”.
El que verdaderamente manda, el que está detrás de las bambalinas, no tiene hijos, ni esposas, ni sabe lo que es un dolor de cabeza, ni que un corazón se aceleré, ni tan siquiera contempla a los seres humanos como tales. Para este poder los seres humanos son como una mina de diamantes, un campo de pozos petrolíferos o el posible valor que el agua puede tener en el futuro. Todos elementos constitutivos de adquirir riquezas y obtener ganancias. Todos elementos de una inmisericorde cuenta de resultados.
Ese es el poder que gobierna EEUU. Un poder que ya ha rebasado fronteras y que tiene múltiples caras, casi ninguna tan descarada como la americana, pero todo se andará. Un poder que se envía señales de complicidad por todo el planeta. Que si se levanta el muro con México, no importará, porque también está en México.  Que envía señales inequívocas, desde Rusia, de impaciencia o que parece que empieza a despertar en China. Un poder que en Europa ya campea a sus anchas y que los ingleses desde la City tienden a creer que es cosa suya.
Ese es el poder que gobierna EEUU. Un poder que no levantará el muro con México, porque de México viene una mano de obra barata muy necesaria para que las empresas funcionen y las ganancias sigan fluyendo. Un poder que no dejará que la OTAN se vaya al carajo porque es una fuente de ingresos de dinero público bien estructurada. Un poder que valorará si derogar la incipiente seguridad social que ha instituido Obama o seguir con ella, viendo que las mutuas no se han visto muy afectadas y vía medicamentos subvencionados se abre otra fuente de ingresos públicos con muy buen aspecto. Un poder que valorará si es mejor trabajar para acabar con el racismo en EEUU o dejarlo que fluya un poco más y así tener entretenida a la población.
Ese es el poder que gobierna EEUU y repta para gobernar el resto del mundo.
Muchas veces hemos oído decir, en lo tocante al tercer mundo: Sí, los países imperialistas tiene su responsabilidad pero los cómplices del imperialismo que ha habido en esos países también tienen la suya.
Eso a grandes rasgos es cierto. Pero sería más acertado decir que ese poder del que hablo y que gobierna de verdad EEUU, tiene cómplices en todo el mundo. No hay países imperialistas. Eso de los países imperialistas ha sido la máscara tras la cual se ha escondido ese poder. Un poder que se seguirá escondiendo hasta que gobierne el mundo o hasta que perezca. Cosa complicada porque goza de una atracción para mí y para mucha otras personas, aunque no suficientes, inexplicable.
Con cebos tan torpes pero tan  efectivos como los recientes “Black Friday” o “Ciber Monday”. No se puede ser un pescador más garrulo. Pero, ¿Para qué cambiar si la pesca es abundante y las cuentas de resultados llegan a rebosar a puerto? Eso sí, un puerto donde hay muy pocos para recoger la cosecha. Los servidores más cualificados de ese poder. Forbes nos informa.
¿Qué quiero decir con esto? Que a ver si salimos de la película, rebasamos el plató que nos han preparado y le damos la espalda a ese poder que tanto daño está haciendo y que tengamos en cuenta que por ahora nos ha tocado hacer de afortunados pero no hay garantías de que algún día no nos toque hacer de clientes de una patera o de un grupo de exiliados desesperados que huyen de una ciudad en ruinas, o algo peor. Y aunque no nos toque, está muy feo hacer de ciudadano afortunado del primer mundo cuando no hay rotación en los papeles y de pobres siempre hacen lo mismo.
Si esta reflexión ha servido para cuestionar nuestro papel a la vez que el de Donald Trump, bienvenida sea, y si no pues yo ya he hecho lo que está en mi mano. Actuar conscientemente. Y a ver si conseguimos juntarnos muchos y hacemos otra película. Porque película siempre tiene que haber.

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