Alguien
debería decirles a los responsables del PP que en la izquierda ya no se cabe. Esperanza
Aguirre ha declarado: El cine español está en contra del PP. A continuación ha
venido la sentencia: El cine español es de izquierdas. Dicho queda, otro
colectivo más calificado de izquierdista. Cuando no de terrorista. Son los
recién llegados, aunque ya desde siempre no ha habido buenas vibraciones entre
el mundo cinematográfico español y el PP de la carcunda(quiero pensar que hay
otro PP, soy optimista de corazón, que algún día florecerá y dejará de lado, al
PP trasnochado, que ha sentado sus reales al timón de la derecha española). Sigo.
Llegan los del cine a un lado del espectro político en el que ya no cabe un
alfiler. Médicos y personal de la Seguridad Social que apoyan la sanidad
pública; el mundo docente que reclama
más becas y precios más asequibles para estudiantes con poco poder adquisitivo;
mujeres que quieren una ley del aborto más respetuosa con ellas, que son seres
humanos y no reproductoras; bomberos que no quieren ir a parar al sector
privado; vecinos que no aceptan que su barrio se transforme sin contar con
ellos. Es decir todo colectivo que protesta por alguna ley aprobada o en fase
de aprobación por el PP, sufre la estigmatización.
Recién,
con la creación de VOX, se tuvo por un instante el temor de que también sus
fundadores fuesen tildados de izquierdistas. Pero triunfo el conocimiento que
tienen de ellos y por ahora parece que le están intentando hacer un hueco a su
derecha. Menos mal, porque con VOX calificado de izquierdista, los divanes de
los psiquiatras podían petar.
Esta
manía de etiquetar a todo colectivo que se oponga a las leyes restrictivas del
PP recuerda a un ominoso inquilino, porque no otra cosa es el PP al frente del
Gobierno de España, inquilino, digo, aunque lo de ominoso también, que no
sabiendo que hacer con las cosas que se va encontrando por casa las va
amontonando en un rincón que él previamente ha definido como el rincón de las
cosas molestas que estorban en su deambular por las estancias.
Que
ni todos en el cine son de izquierdas, ni todas las mujeres que quieren
libertad para abortar son rojas, es algo que todos son capaces de ver sin
ninguna dificultad, más bien con una claridad meridiana. ¿Porque en el PP no?
Porque
el PP gobierna en base a unas creencias inmutables y que querría eternas. Vamos
con un talante netamente religioso. Hay fe en la forma de gobernar del PP. Fe
en unas maneras de hacer las cosas que mezclan el fundamentalismo cristiano con
el dogmatismo conservador y la disciplina militar. Como se ve una práctica que
lleva al atrofiamiento del oído político y a tirar para adelante como mula con
orejeras. El resultado es este enfrentamiento generalizado de la sociedad civil
con el partido gobernante.
Un
enfrentamiento que es copia del enfrentamiento del pueblo con la Iglesia. Lo
que hace diferente estos enfrentamientos es que en el caso de la Iglesia, el
pueblo le puede dar la espalda, borrándose del censo de creyentes y la vida no
sufre alteración ninguna, vamos en la mayoría de los casos, hasta representa ventajas. Otra cosa será
cuando te mueras que igual llegas y te piden el CV religioso y entonces la has
cagado, al infierno de cabeza que ya no hay limbo.
INCISO: ¿Cómo se puede ser
seguidor de una organización que se reúne, lo hicieron hace unos años, para debatir si existe el limbo
o no? ¿Esto qué es lo que es? ¿Los dirigentes políticos tienen estos
comportamientos en cuenta, cuando los subvencionan o hacen concordatos con
ellos?
Pero
yo estaba hablando de otra iglesia, el PP. Con los del PP, no puedes dejar de
creer en ellos y seguir con tu vida, porque aún cuando quieras dejar de
seguirlos no se puede, porque te tienen cogido por las leyes. Ejemplo: La
Iglesia dice que no puedes abortar, tú ni puto caso, abortas y sigues a lo
tuyo. El PP dice que no se podrá abortar, tú, ni caso, abortas. A chirona.
¿Entonces?, o te sumerges en la ilegalidad, con todos los contras que eso trae,
o te sometes a lo que dicen, que también tiene sus contras. Eso con el tema del
aborto.
Con
los otros pasa igual, sólo que se sustituye lo de chirona por “tú vida sufre un
detrimento de calidad de vida”: Ya porque no se hace cine y el que se hace no se ve porque es caro al subir
el IVA, o ya porque si estás enfermo no te van a recibir en consulta hasta
pasados los primeros síntomas y estar ya para operar.
Es
decir, por ahora, detrás de cada protesta ciudadana hay una razón
absolutamente entendible y que como poco
podía llevar al PP a entablar conversaciones con el fin de acercar posiciones
con los ciudadanos que son al fin y al cabo los que los han votado. Pues no.
Desautorizados por ser de izquierdas. Y de oca en oca y sigo porque me toca.
¿Dónde
lleva esto? A la crispación. Al hartazgo de la ciudadanía.
Y
es que en el PP, ya lo dije en otra entrada, le falta algo que para estar dónde
estamos es muy grave que le falte y es ser democrático. Porque no lo es, juega
a serlo pero no lo es, o no lo son los que ahora lo dirigen. Siempre y en todo
caso cuando el pueblo habla, en una democracia, se le escucha. Para después
decir sí o no, pero se le escucha.
Este
comportamiento de etiquetar a todos los que protestan de izquierdistas tiene
dos lecturas y las dos malas. La opinión tan inquietante e infantil que tienen
el PP de lo que es ser de izquierdas y la demostración de que por el sólo hecho
de ser de izquierdas no te va a escuchar.
Como
van a seguir así, sería cosa de milagro un cambio, sugiero que ya repleta la
izquierda opten por empezar a utilizar con los disidentes de su política otro
epíteto. Podía ser el de “centrista”. Sólo se necesitaría que se corriesen
ellos un poco más a la derecha que mucho me temo lo están deseando. Así matan
dos pájaros de un tiro: Colocarse dónde su instinto natural les dicta y
descongestionar la izquierda qu’es qu’está
abarrotá.
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