El friquismo es una tentación siempre presente en el ser
humano. Este comportamiento se caracteriza por falta de conveniencia, falta de
responsabilidad, indiferencia ante el ridículo y un desprecio total por las
normas. O sea lo que viene a ser la conducta de un niño hasta cumplir los seis
o siete años, edad en la que empieza a guardar cierto recelo y respeto por el
comportamiento de sus semejantes adultos.
Lo de la provocación, en el friquismo, no lo veo como algo
esencial. Creo que es un añadido que ha traído la actualización de este tipo de
personas en el siglo XX. Momento álgido de estos individuos. Así como cualquier
actividad comercial ha tenido que evolucionar para estar presente en el
mercado, objetivo ineludible para cualquier negocio, el friquismo, una vez
descubierta su faceta crematística y social, se ha sumado a lo de prosperar o
morir. Porque en el pasado el friqui huía de la presencia de sus semejantes y
si se veía obligado a permanecer entre
ellos adoptaba actitudes huidizas e incluso propias de autistas.
Mientras esta actitud
se ha mantenido como algo marginal, dada a la ridiculización y los miembros que
la adoptaban eran tenidos por retrasados, tontos, idiotas, imbéciles,
ignorantes, alelados o simplemente gilipollas pues ha carecido de atractivo
para el resto de los seres humanos y muchas veces han sido expulsados del seno
de la sociedad o incluso crucificados.
Con la llegada de los medios de comunicación a las masas,
estos individuos no saltaron rápidamente a la fama, e incluso en los comienzos
parecía que adoptaban ante estos medios una posición semejante a la que tenían
en sociedad, residual y en plan secundario, de relleno. Pero ha sido en estos
últimos lustros, dado que empezaban a levantar expectación y a elevar las
audiencias, cuando la caza y contrato del friqui se ha convertido en una
epidemia. Aparecen como setas y muchas veces se puede uno dar cuenta de que
hacen profesión de fe. Con lo que no me extrañaría nada que un tiempo cercano
se creen escuelas para aprender a ser friqui.
Pero no es mi intención dar aquí una charla sobre esta
actitud frente a la vida, no. Yo de lo que quiero hablar es de cómo cuando una
corriente se crea es inevitable que se lleve girones de vida, incluso vidas
enteras o que influya de manera determinante y alarmante en diferentes sectores
de la sociedad o en personas de elevada responsabilidad en dicha sociedad.
Pasa con todo y se llama crear tendencia.
Por poner un ejemplo: no hay manera más incomoda y
antiestética de ponerse la gorra que cómo se la pone Neymar, el jugador del
Barça, y sin embargo hoy es habitual ver a muchos jóvenes y no tan jóvenes
haciendo el ridículo y con la gorra a punto de caérseles.
Pues con el friquismo pasa algo parecido. Esta actitud ya de
por sí es muy atractiva. A todo el mundo le encantaría ser friqui en algún
momento pero no todo el mundo puede serlo. Para ser friqui se necesita nada y
eso es algo muy difícil de conseguir porque todo el mundo tiene algo. Pero eso
no es óbice para que, si no en su totalidad sí a ráfagas, caigamos en la tentación
de friquear. Algo que con el éxito obtenido por algunos friquis se ha
convertido en una práctica que comienza a ser habitual y alarmante. Alarmante
cuando la tentación empieza a hacerse visibles en personas de cierto relieve.
Porque una cosa que no casa nada con el friqui es la
responsabilidad. Es más, el friqui se pirra por la irresponsabilidad y es uno de sus atractivos.
Y aquí es donde quería llegar. Que ya estoy. La tendencia al
friquismo de nuestros políticos y mandatarios más señalados. Me parece que
empieza a ser preocupante.
Cuando se acaba de darle un mazazo a la Doctrina Parot desde
Bruselas, lo que traería como consecuencia la excarcelación de etarras que
habían asesinado en Democracia y nuestro primer Ministro contestó: “Está
lloviendo mucho”, ¿No es eso friquismo? Imagínense diciendo eso a Paco Clavel o
a Fernando Arrabal, friquis con solera. ¿A que cuadra?
O cuando se le ocurre dar una conferencia tras una
televisión de plasma. O cuando le manda un SMS de “aguanta se hace lo que se
puede” al corrupto Bárcenas. O cuando se aproximan las elecciones europeas y
todavía no ha decidido quién será el cabeza de lista. O cuando se rompen los
discos duros con todo el asunto de Bárcenas. Y así unas cuantas. Claro que tuvo
buenos maestros en sus predecesores, en
el partido y en el gobierno. Aznar rompió moldes de friquismo con aquello de “a
mí quien me va a decir si bebo o no bebo vino”, que hubiera estado bien para un
marinero recién desembarcado después de seis meses de singladura pero no para
todo un Primer Ministro. O cuando se puso a hablar con acento mexicano en los USA, ¡híjole!. Zapatero
nos dejó patitiesos con aquello de la banca más solvente del mundo, o cuando nos dijo que no
había crisis y ya estábamos acojonándonos. Como se ve todas estas
intervenciones son más propias de los Morancos o de José Mota. En su faceta
profesional, claro.
He puesto los ejemplos punteros. Porque en realidad cada día
nuestros políticos no se cansan de surtirnos con pecados friquis. El PP tiene un buen ramillete
de friquis. Incluso hacen grupos para pasarlo mejor y van nueve diputados del
PP y votan a favor de la consulta sobre la independencia de Catalunya. ¡Insuperable!.O
la última, la de Doña Esperanza Aguirre. Huyendo de la policía municipal de Madrid.
¡Quién da más! En fin, Wert, Alonso, Cospedal, de Guindos, Floriano……..interminable.
Claro que los socialistas no se quedan atrás. Pere Navarro es de los más
adelantados. O Gaspar Llamazares demostrando
públicamente lo bien avenido que está con un partido en el que sigue militando
y al que pone en boca de verduleras cada dos por tres. No me olvido del friqui
real o de los friquis nacionalistas, sobre todo de los catalanes.
Y esto, si se piensa
bien, pone los pelos de punta. Porque estos individu@s manejan nuestro país,
tienen en sus manos nuestro dinero y además les pagamos cojonudamente.
Seguramente habría que darles un toque de atención y decirles
que si lo que desean es apuntarse a Sobrevivientes, a un Príncipe para Laura, a
Sálvame o a parecidos paraísos para friquis que lo hagan. Porque no harían más
el ridículo de lo que lo hacen ahora y lo que es mejor dejarían de jodernos la
vida. Igual en las sucesivas citas electorales podíamos dejarles algún recado.
Digo yo.
Mi abuelo se ha leído lo que acabo de pergeñar y se ha ido a
mear pensativo. Cuando ha vuelto, me ha dicho,
-¿Entonces un friqui es unidad de medida en el Sistema
Internacional o en el Técnico?.
-En el Internacional, abuelo- he contestado rápidamente y con
seguridad, pensando en Berlusconi- En el Sistema Técnico un friqui equivale a
un político. Pero no te lo aprendas, abuelo, porque el Sistema Técnico cada día
se usa menos.
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