Este
post es un collage sin pies ni cabeza pero con mucho sentido, común y pésame.
Por Grecia y todos los que somos de países como Grecia.
Este
domingo pasado se ha cerrado sobre Grecia el famoso collar que había que
ponerle al gato de las esperanzas griegas. Y paradójicamente se lo ha puesto el
hombre que alimentaba esas esperanzas. Con el triunfo de Syriza se le da carta
democrática a la presa que el buitre del Capital ha hecho sobre este país y sus
ciudadanos más humildes.
Yo hace
meses le voy dando vueltas a lo que está sucediendo en Grecia y no porque no
tenga otra cosa que hacer si no porque a este país le han hecho lo que podían
hacerle al mío. Y ya se sabe uno el refrán: Cuando a un país veas esclavizar
pon el tuyo a correr, a las trincheras, en pie de guerra… o algo así.
Hace un
tiempo escribí esto:
El crimen
ya cometido. Grecia: Maquiavélica lección de El Capital.
Maquiavelo
se hubiese descubierto ante los cerebros que manejan la llamada Troika, en el
pasado episodio de enfrentamiento entre el gobierno griego y este grupo de
mercenarios habilidosos e implacables, a sueldo de El Capital. La derrota
griega ha sido espantosa. No les ha salido nada bien. Y lo que es mejor para
ellos, para los mercenarios, y suma dificultad a la hora de valorar los
damnificados: No hay muertos, aunque sí mucha infelicidad y pobreza.
Siempre
hay un desgraciado por antonomasia en los momentos comprometidos. En esta
situación que vive Europa le podía haber tocado a Portugal, a Irlanda, a
Islandia, a Italia, incluso a nosotros…hubo un momento en que tuvimos muchas
posibilidades… éramos una pieza perfecta para el escarmiento… un país grande,
medianamente rico, en la mitad alta de la tabla, con ínfulas….pero la victoria
en las urnas de un partido servil al capital contribuyó a que su punto de mira
se desviase…. y ya sólo quedó Grecia.
El
Capital es como el agua, pero discurre más, si se me permite la gracieta. Es
decir, el agua no tiene más aliado que la gravedad y a ella se encomienda. Y
por mor de ella siempre busca los caminos por los que puede fluir y si no los
encuentra queda embalsada, a la espera de la evaporación o la filtración. O el
consumo. El Capital, no. A El Capital no le gusta permanecer embalsado y menos
evaporarse. Lo de consumirse no es que no le guste, pero tiene sus
preferencias. Lo que sí es cierto es que si no tiene camino, lo hace. Cueste lo
que cueste. Y en Europa llegó un momento que esta bestia inmoral e inhumana no
se encontraba a gusto. Demasiado esfuerzo para tan poco beneficio, entendiendo
beneficio, en un razonamiento absolutamente ramplón y simplista, como el hecho de que se invierte una cantidad
de dinero para conseguir otra más alta, entre más alta mejor. Dejando al margen
aspectos tan importantes como el bienestar de los hombres y mujeres, la
conservación del ecosistema o la paz y la justicia social. Se imponía un
abandono del escenario y la búsqueda de otros aires…y se montó la parafernalia
de la globalización. Se nos vendió como algo positivo para los pueblos y los
hombres, cuando en realidad, mientras para los pueblos y los hombres era un asunto
de comodidad para El Capital era vital. Sin esta globalización su desarrollo se
frenaba, se anquilosaba, se ahogaba…se debilitaba y podía surgir otra manera de
evolucionar…..menos productiva.
Pero la
globalización no arreglaba todo el problema. Y además no permitía toda la
rapidez requerida. Demasiados intereses en Europa para abandonarla rápidamente.
¿Entonces? había que crear un modo de paliar las dificultades mientras se van
cambiando los muebles.
Nótese
la ironía del destino, que mientras a Europa llegan miles de refugiados de los
países pobres, El Capital va abandonando Europa en dirección contraria.
Hablaba
de cambiar los muebles. ¿Qué hacer mientras? Pues montar una crisis e intentar
por última vez una regresión social en el continente que haga que El Capital se
muestre cómodo de nuevo. Porque esa es la propuesta: O Europa se vuelve más cómoda
para la supervivencia de El Capital… o éste se va. Llevándose lo que pueda.
Y ahí
estamos, en plena guerra contra El Capital. Pero, ¿Y quiénes son los
contendientes? Pues esquematizando las líneas de fuego, en un lado los que se
sienten favorecidos por El Capital y sus leyes. Y por otro, aquellos que desean
otra forma de vida más equilibrada entre riqueza, bienestar social y justicia. Y
en medio el pueblo. Como siempre. El pueblo, maleable, manipulable, también él
con sus debilidades, también él anhelante y dispuesto no siempre, mejor dicho
casi nunca a eso de “mejor morir de pie que vivir de rodillas”. Morir duele. Un
rompecabezas difícil de cuadrar.
Europa,
mejor dicho los europeos, tienen dos caminos. O seguimos en el juego de la
sociedad productiva y capitalista. Lo que indudablemente nos traerá días de
penuria y sufrimiento. O decidimos cambiar el modelo de sociedad, convirtiendo
en piezas arqueológicas conceptos como productividad y beneficio.
La
revolución industrial hizo con los campos de trigo lo mismo que la revolución
tecnológica ha hecho con las cadenas de montaje. Librarlas del hombre. En
aquellos tiempos el hombre se fue a la ciudad. ¿A dónde irá el hombre ahora?
¿Volverá al campo? Pues no sería mala idea. Pero, ¿A hacer qué?
Y ahí
lo deje.
Pero
antes había escrito,
La deuda de
Grecia. ¿Por qué se habla tan poco de los acreedores?
Sobre
la deuda de Grecia se habla y no se para.
Está la
teoría liberal: Las deudas se pagan. Si no cómo iba funcionar esto. Y sobre lo
que es esto nadie da explicaciones.
Y está
la teoría llamada de izquierdas: La deuda, cómo y porqué y por qué la tiene que
pagar el pueblo si la contrajo una serie de gobiernos corruptos e incapaces.
Y ahí
anda el asunto, a vueltas con el deudor.
Evidentemente
las posiciones de uno y otro tienen sus argumentos. Parece claro que si alguien
tiene deudas deba pagarlas y también parece claro que si el pueblo
democráticamente ha elegido a sus representantes también debe cargar con lo que
estos hayan hecho, mal o bien. Aunque no es menos cierto que una vez elegidos
los gobernantes, controlarlos, redirigirlos,
censurarlos o despedirlos es tarea ardua cuando no imposible. ¿Debe ser
responsable el pueblo de los desatinos de unos políticos a los que se elige
pero a los que luego se le da carta blanca… o se la toman?
Y ahí
lo volví a dejar.
Ayer lunes,
lo volví a retomar pues el círculo se ha
cerrado. Y dentro se ha quedado Grecia con una deuda impagable que no preocupa
nada a sus acreedores, que dinero tienen un montón…porque el objetivo de la
Troika era otro. ¿Se acuerdan de la película Espartaco? ¿Recuerdan al protagonista
crucificado y expuesto a la vista de todo el que pasaba por allí? Pues de eso
se trata. Y Tsipras mal que me pese ha puesto los clavos. Y me pesa y mucho.
Espero que aquí en España se haya tomado nota. San Pablo nos oiga porque a San
Pedro y San Mariano se les han acabado las ideas si es que alguna vez las
tuvieron y San Alberto ha salido de parranda por España, aireando como ideas
nuevas las viejas ideas liberales de nuestras desgracias, y nos demos cuenta de que si apostamos,
apostamos. Con todas las consecuencias.
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