Una de las mayores decepciones que sufrí siendo delegado
sindical me ocurrió cuando me di cuenta de que iba por delante de mis
compañeros y, o bajaba el ritmo o corría el peligro de quedar desconectado. Les
ha pasado a todos los sindicalistas demasiados impulsivos, reivindicativos o
revolucionarios. Es decir a todos los sindicalistas que de verdad creen en la
posibilidad de que el movimiento obrero cambie la sociedad.
Allí donde yo clamaba por una semana de huelga, aquellos a los
que representaba se conformaban con un día; donde argumentaba que la empresa
tenía que eliminar las horas extras y contratar personal, ellos apuntaban que
se podía hablar de un cupo de horas extras de fuerza mayor; cuando pedía para
el Comité de Seguridad e Higiene capacidad ejecutiva, ellos veían bien, junto
con la empresa, que fuese consultiva. Y así.
¿Qué hacer? Pues muy fácil, seguir como sindicalista
parasito o dejar de ser sindicalista. Aguante un par de años.
Si donde tenemos a la empresa pongo país, donde están los
obreros pongo ciudadanos españoles y donde actúan los sindicatos pongo a los
poderes del Estado, veremos que ahora en España está pasando algo parecido. Lo
que me lleva a la pregunta del título: ¿Quién tiene la culpa ahora?
Empecemos por los poderes.
El cuarto poder. Están los medios de comunicación, no todos,
pero sí los suficientes, un día sí y el otro también denunciando todos los
casos de corrupción que asolan el país. Desde los diarios digitales, desde los
canales de televisión, sobre todo dos de ellos, desde algunos medios impresos,
cada vez menos, ¿Se dan cuenta que a mayor necesidad económica menos
beligerantes los medios de comunicación?, se informa no sólo de las corruptelas
con pelos y señales, con sus cantidades, sus imbricaciones en el mundo
empresarial, sus paraísos fiscales, sino que además se pone en evidencia la
desfachatez y la desvergüenza de los corruptos, mintiendo, olvidando y algunos
hasta sacando pecho. Es decir, uno no se entera si no quiere. Los medios ya no
pueden hacer más.
El poder judicial. El poco poder judicial independiente que
hay en este país empieza a germinar desde las brasas que la conciencia nunca ha
dejado apagar. Cada día notamos que en el mundo judicial hay un verdadero brote
de independencia y de servir al pueblo desligados de cualquier otro poder y con
la imparcialidad como bandera. Algunos hasta se han jugado el tipo y han
acabado fuera de la carrera judicial, pero cada día hay más jueces y fiscales
leales a su profesión y dispuestos a no dejarse amilanar por los intereses
partidistas del poder legislativo y ejecutivo. Lo último, ver como el TC ha
llamado al ministro de Hacienda, incapaz y delincuente, y forzar a Mariano
Rajoy ha hacer otra de las suyas diciendo de la sentencia sobre la Amnistía Fiscal
que lo importante, lo que había que tener en cuenta es que no tenía efectos
retroactivos, o sea que lo que se ahorraron los defraudadores no había que
devolverlo. Aquí paz y después gloria.
Pero las sentencias, las condenas y las imputaciones siguen cayendo
como agua en Mayo. Y, repito, los medios de comunicación no escatiman esfuerzos
para que la ciudadanía se entere.
El poder legislativo. Tanto desde la derecha, con C’s, que
parece apostar por ser de derechas y decente, algo que en este país nunca había
pasado, como desde la izquierda con Podemos y sus confluencias hay una
verdadera voluntad de acabar con la delincuencia política y denuncian allí
donde pueden cada caso de corrupción y señalan sin ambages a sus protagonistas,
con verdaderas trifulcas en el Congreso de los diputados, muchas veces
consiguiendo poner en evidencia a los políticos corruptos. De esto también dan
cumplida cuenta los medios de comunicación.
Es decir hay un escenario muy propicio para que los
corruptos desaparezcan, camino de sus casas para nunca más volver a la escena
política o camino de la cárcel a penar sus culpas.
Pero no es así. Ahí están, como la Puerta de Alcalá, dejando
pasar el tiempo y llenándose los bolsillos.
¿Por qué?
Porque vivimos en una democracia y los ciudadanos con sus
votos eligen a sus representantes. Y hay unos cuantos millones de ciudadanos
que siguen escogiendo a sus representantes de entre los corruptos, unos cuantos
millones de votantes que siguen dándole poder al PP, el partido más corrupto
que ha habido nunca en este país.
Así que por eso me pregunto ¿Quién tiene la culpa ahora?
¿Está sucediendo que los poderes antedichos van muy deprisa
para el gusto de algunos millones de ciudadanos?
A ver si va a estar sucediendo que desde la prensa, el mundo
judicial y desde algunos partidos políticos se está siendo demasiado ambicioso
y tanta honestidad, decencia y honradez no es del agrado de esos millones de
ciudadanos votantes que ya han asimilado tanta mierda y corrupción y
sobreviven de maravilla en ese medio.
Que sus alveolos evolucionados, sus neuronas reconvertidas no pueden soportar
el aire limpio y las ideas frescas.
Que a lo mejor no basta con exigirle al PP
responsabilidades. Al fin y al cabo ellos no engañan ya a nadie y si tienen
votos…
Que a lo peor en las próximas elecciones los partidos
decentes tienen que hacer una campaña ya no de enfrentamiento con el PP, sino
de pedir cuentas a esos votantes tan corruptos como el partido al que votan.
Jugársela y llamarlos también a ellos corruptos.
A ver si va a suceder que este todo listo para que este país
deje de ser corrupto y no podamos porque resulta que la novia ya no se quiere
casar.
Así pues, ¿Quién tiene la culpa ahora?
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