Siempre me ha sorprendido que siendo los ideales de la
izquierda política tan claros y precisos: Conseguir bienestar social para todos
en una sociedad justa y libre, resulte que ante unas elecciones, la cantidad de
partidos de izquierdas que se presentan ganan por goleada a los de derechas.
Desde la marabunta de partidos comunistas escindidos y por escindir, pasando
por el grupo de partidos republicanos, hasta llegar a la diversidad de partidos
uniobjetivistas exigiendo uno u otro derecho. Y los anarquistas. Más luego los
acostumbrados.
Mientras en el lado derecho los dos o tres partidos
permanecen sólidos y amalgamados.
Esto es un grave problema a la hora de conseguir un
resultado que se plasme en representantes. El voto anda tan desperdigado, que
unos por otros, la casa de la izquierda por barrer.
Esto es histórico en nuestro país. Sólo hay que echarle un
vistazo a la Guerra Civil. Los partidos de derechas se cobijaron bajo el palio
que la Iglesia le proporcionó a Franco y la Izquierda se paso toda la guerra a
la greña, llegando hasta a matarse. La historia del POUM en Catalunya es una
buena muestra (Google al canto).
Elección tras elección me preguntaba: ¿Cómo puede ser?
Hasta que me di cuenta de que no encontraba la solución
porque miraba hacia dónde íbamos y no de dónde veníamos. Es decir, me decía yo:
Si queremos comer, tener una casa, una educación y una sanidad, libertad y
justicia, ¿por qué no vamos todos los de izquierdas, juntos? Era una pregunta errónea.
Porque yo pensaba con la cabeza sin tener en cuenta de dónde
venía la orden de pensar. Daba por hecho que venía del corazón. Y no es así. La
cabeza es una mandada, como lo oyen. Aquí quien manda básicamente es el
estómago, el corazón y los órganos genitales, cojones y ovarios, en ese orden,
por ahora. Teniendo en cuenta que lo de la jodienda no tiene enmienda, llegué a
la conclusión que la respuesta estaba en el corazón y el estómago. ¡Exacto!
De ahí a encontrarme con la realidad y los sueños sólo hubo
un paso. Hasta escuche cómo se rasgaba el velo que ocultaba la respuesta.
Trataré de explicarla.
En una manada de animales irracionales ningún miembro se
cuestiona si ha tenido suerte en la vida o no. Cada uno apechuga con lo que le
ha tocado. El macho fuerte y sano es el jefe de la manada, come, folla y duerme
a su gusto y placer. El ciervo que nace débil y no puede correr cuando llega el
león….pues a la cazuela. Los ñus atraviesan el rio Mara y el que cae entre las mandíbulas
de los cocodrilos, cae, no se les ocurre poner un puente. Es decir naces
determinado por el destino y ahí vives, te reproduces y mueres.
Como se puede ver es una forma de vida animal, conformada
por la realidad y en la que el estómago es rey indiscutible.
Nosotros éramos así, al principio, cuando las cavernas.
Hasta que un día, probablemente un pringado, tuvo la idea:
¿Y esto porque tiene que ser así? ¿Por qué no podemos cambiar la realidad y que
todos, al margen de dónde y cómo nazcamos tengamos derecho a una vida plena y
digna? Nació el hombre de izquierdas, el revolucionario. Hablaba desde el corazón,
y, claro, le pareció una idea cojonuda, y, claro, se puso a contarla, y, claro,
a los que vivían cojonudamente no les pareció bien. Así que en cuanto lo
cogieron desprevenido lo apiolaron. A partir de ahí la historia de la humanidad
se ha ido repitiendo invariablemente. Han cambiado modos y escenarios, pero la esencia
es la misma. Unos con el estómago y otros con el corazón.
Por eso cuando llegan las elecciones, las derechas lo tienen
fácil: Hablan del estómago. Y el estomago sólo tiene una preocupación: Comer, y
una sola solución: Comida. Entiéndase
comer y comida como metáfora maldita de la realidad que no se debe transformar
porque nos favorece. O como se suele
decir: El estómago tiene una razón que la razón entiende muy bien.
Mientras que la izquierda que habla con el corazón es incapaz
de coordinar un solo mensaje inequívoco. Hay miles. Y por lo tanto imposible
una única solución. Por eso se dice que el corazón tiene razones que la razón no
entiende.
Resumiendo. El que no quiere transformar la realidad tiene
un mensaje muy fácil: No transformarla porque me favorece, porque te favorece.
Mientras que el que quiere transformarla encuentra unas
tropecientas maneras de hacerlo y cada una tiene un partido para defenderse.
Llegan ahora las europeas y ahí está el PP, enterito,
hablando de estómagos, a su lado los
comensales nacionalistas con su bocadito y algún corpúsculo que quiere más
solomillo. Y y’asta.
Ahora miremos la izquierda. ¿Qué me dicen? El PSOE,
Izquierda Unida o Plural o Abierta, que no sé cómo llamarla, las izquierdas
respectivas de las autonomías, las izquierdas reivindicativas aparecidas con las
crisis, las izquierdas ecológicas y súmenle las escisiones, los republicanos, los
anarquistas….todos con ganas de cambiar las cosas radicalmente y a su manera.
Y digo yo, ¿Y si las cambiamos un poco y de una manera que a
todos nos venga bien?
A todo esto. No pierdo de vista que donde hay estómago hay
corazón y que dónde hay corazón hay estómago. Que un genio no soy pero de un
guindo tampoco me he caído.
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