Alguno, al leer el título, dirá
con cara de fastidio: Otro listillo hablando del ébola. Y sí, a lo de listillo,
pero no a lo del ébola, aunque un poco, pero sí sobre todo al virus que tenemos en España y que no somos
capaces de sacarnos de encima. No encima, si no virus. Aunque sí encima, porque
es dónde están siempre los más incompetentes y más incapaces de nuestros
compatriotas. Encima del pueblo llano, robándolo y burlándose de él. En la
política, en las empresas, en el arte, en la sanidad. Nunca hasta ahora hemos
cumplido eso de conseguir que “los mejores estén en los puestos de más
responsabilidad”
No sólo no hemos conseguido esa
máxima sino que estamos lejos. Andamos por “los más familiares”, “los más
conocidos”, “los más serviles”, “los que más adecuados a nuestros
intereses”…etc., etc. Aquí, en España, la célebre ley de Murphy: “Uno va
ascendiendo en una empresa hasta que llega al puesto en el que peor lo hace y
ahí se queda”, está de más. Porque, en
España, a algunos los ponen ya directamente dónde son unos inútiles.
Se pensará que nada tiene que
ver el hecho de que a un juez que quería castigar a un atracador de cajas de
ahorros lo hayan condenado a 17 años de inhabilitación para el cargo con el hecho de que una de las enfermeras que
atendió a los dos sacerdotes contaminados del ébola haya terminado contaminada.
Cuando son síntomas del mismo arraigado virus que no suelta la piel de toro
desde hace siglos. Concretamente desde que la Ilustración, la Reforma o la
Revolución Francesa pasaron y nosotros no nos metimos en vena la
correspondiente dosis.
Y no es porque no sepamos que
estamos enfermos. Sólo que hay echar mano de la hemeroteca y leer el temor de
muchos de nosotros a que el juez Elpidio Silva acabara como el juez Garzón o el
temor que despertó en nosotros el que trajeran a los monjes contaminados……Y es
que no tenemos confianza en nuestra salud. Se advirtió de la entrega del poder
judicial a la oligarquía del país, y ahí está el juez Elpidio Silva. Se
advirtió de lo poco preparado que estaba el Carlos III para este virus, y ahí
está la enfermera, y lo que puede venir. Somos como aquel enfermo aquejado de una
dolencia crónica resignado y que va tirando como puede.
Porque ese es la otra parte de
nuestro mal. Lo resignadamente que lo llevamos.
Cuando un cuerpo está enfermo,
el sistema inmunológico se pone en estado de alerta y no cesa de combatir el
mal hasta aniquilarlo o perecer en el intento.
El sistema inmunológico de
España no da señales. Vocea mucho: ¡Qué voy y te meto! ¡Qué si a mí no me lo
dices ahí fuera y a la cara! ¡Que tú no me conoces a mí cuando me encabrono! y
lindezas de parecido cariz. Pero luego llegan las elecciones y el voto……… a los
de siempre.
¿Sucede que tenemos miedo a la
salud democrática? ¿Sucede que somos órganos individualistas que esperamos
salvarnos metiéndonos de extranjis en la parte enferma? No lo sé. Pero damos
pena.
Una vez más estamos sumidos en
una crisis.
En Catalunya se han destapado
todas las mierdas que bajo la alfombra tenía una de las familias más significativas
del nacionalismo catalán. Una herida en el pueblo y en la cultura catalana que
tiene muy mala pinta. Yo creo que está infectada por demás.
En el poder judicial, un, lo que
se podría llamar, remedio contra tanta injusticia y burla por parte del
estamento oligárquico ha sido neutralizado por diecisiete años, lo que quiere
decir de por vida profesional. Y van dos. A ver qué juez no anda con cuidado
ahora.
En el poder político, se tomaron
medidas incorrectas, se apartó de su lugar de trabajo a los profesionales más
cualificados y continuamos improvisando.
Y con la muerte no se puede improvisar. Como consecuencia de ello estamos en la
primera plana de todos los noticiarios del mundo. Las agencias de viajes tomando nota y nuestra industria solar temblando. Parece que más cerca que nunca de que “África
de verdad empieza en los Pirineos”. Lo siento por Portugal.
Y para colmo siguen ahí esas
decimillas, negras, ochenta y tres, en concreto. Ochenta y tres sinvergüenzas
que nos avergüenzan, algunos, pensando que con que devuelvan lo que robaron nos
vamos a contentar.
¿Qué cómo se puede parar esta
hemorragia de decencia?
Hay muchos caminos, algunos muy
poco recomendables. Pero antes de tener que cortar yo apostaría por cambiar de
facultativos en las próximas elecciones.
En las europeas algo pasó. A ver
si en las municipales conseguimos bajarnos la impunidad unos grados y luego ya en las
generales mostramos una evidente mejora con las cárceles llenas de virus,
cánceres y demás morralla contaminante de la democracia que todavía no hemos
conseguido ver sana y rebosante de ciudadanía. Que así sea.
Posdata: Sólo falta que el perro
de la enfermera, que no del hortelano, se escape por Madrid y tenga que venir
en nuestra ayuda Ana Botella……y que tenga que explicarlo Ana Mato. O Mariano
Rajoy. Y que Esperanza Aguirre y Alberto Gallardón salgan a apatrullar la
ciudad. ¡Qué plantel!
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