Es uno de Enero del 2014 y estoy cortando el césped. Era una
tarea que tenía pendiente desde el año pasado, y como no quiero tener sobre mi
conciencia la posible culpabilidad de que el año se joda porque yo no haya
cortado el césped pues he decidido poner manos a la obra para empezar el año
limpio de deberes, que de haberes ya me ha dejado el PP.
Y por si aún mantenía alguna reticencia, el haber escuchado junto a mi oído: ¿No te da no sé qué empezar
el año con el jardín hecho una mierda?, ha terminado de convencerme.
Justo cuando voy casi por la mitad veo acercarse a mi vecino
preferido. Se aburre mucho a pesar de su trabajo y te salta encima en cuanto te
ve desprevenido.
-Tengo una teoría- me dice ufano, echando por la boca
aliento en forma de humo.
-Buenos días y buen año- digo yo sin querer.
-Eh, buenos días y buen año- contesta él sin saber lo que ha
dicho.
Yo disimulo y sigo con lo mío por si cayera la breva. Pero
no cae.
-Que tengo una teoría- insiste.
Dudo entre fingir que me desmayo o que no escucho nada con
el ruido del cortacésped que acabo de poner a toda leche, pero la hierba está
escarchada y si sigo a todo trapo con la maquina en vez de uno tendré media
docena de vecinos. Me rindo.
Lo miro como si no lo conociera, volcando en mi mirada el
pensamiento de cuál es el número primo más grande que conozco pero como si
nada.
-Te la cuento.
En fin, que apago el cortacésped.
-Lo del tiroteo en Atenas sobre la embajada alemana, lo sé-
dice con media sonrisa.
No voy a cooperar en absoluto.
-Eso han sido unos cazadores de bisontes que se han perdido
y han confundido el edificio de la embajada alemana con una manada de bisontes.
No hay que sorprenderse, es como cuando un trabajador a
sueldo, clase media tirando a baja te dice que esta vez ha votado al PP para
ver si la cosa se arregla. Se mantiene la sangre fría y a ver.
Hago como que miro el nivel de gasoil de la cortadora, lo
que es un desatino porque es eléctrica y los cien metros de cable, los tengo
por todo el jardín, más liados que Dolores de Cospedal difiriéndose. Cuando ya
tengo claro que el gas-oíl no se va a acabar levanto la vista, ya recuperado, y
consigo articular,
-Pero, en Atenas no hay bisontes.
-¿Desde cuándo?- pregunta con cara de haberme cogido.
-Desde siempre- contesto con un pelín de indecisión.
-¿Y si los han traído para criarlos y luego los sueltan?
Ahí me ha cogido. Digo cualquier cosa.
-Pero, ¿Y qué hacen una manada de bisontes por Atenas y
frente a la embajada alemana?
Me mira con cara de suficiencia,
-No, si la manada no se ha perdido, son los cazadores. Los
bisontes andan por ahí por el campo, yo qué sé. Son los cazadores los que se
han perdido y han ido a parar a Atenas y
han confundido la embajada alemana con bisontes.
Estoy atrapado, ¿qué hago?
-¿Dónde has escuchado esa teoría?
-He ido atando cabos, un poco de Intereconomia, algo que se
les ha escapado a los de La Razón entre líneas, unas declaraciones del ministerio
de Economía, un guiño de Mariano Rajoy a Ángela Merkel, unas fotos de Miguel
Blesa con alguna pieza cobrada, en fin…y un poco de talento deductivo.
Sin querer he apretado el botón de “a toda leche” de la
cortadora y ahí me he hecho fuerte. Le veo que sigue hablando pero le hago
gestos de que me es imposible controlar la bestia salvaje que tengo entre las
manos y me voy retirando hacía mi garaje simulando que la cortadora da tirones
que me arrastran. Cuando estoy dentro tardo unos minutos en recuperar el norte.
Demasiados. De pronto se hace el silencio y contemplo con pesar a mi maquina
salvaje. Su cordón umbilical está roto. La cirujano que la ha silenciado mira
por la ventana unos momentos y me dice,
-¿Eso de dejar el jardín a medias es una nueva moda o qué?
-No, es que tengo unas ideas que me han venido a la mente y ya
sabes cómo soy yo, si no las escribo enseguida se me olvidan- digo, buscándolas
desesperadamente por todo mi cuerpo, incluida la mente, por si se pone
inquisitiva.
Pero no,
-¿Qué hace ahí el concejal, paseando por nuestro jardín,
como si fuera Winston Churchill pensando en cómo acabar la segunda guerra
mundial?
-Ni idea- contesto, camino de mi refugio.
No quería poner lo de que es concejal, pero las mujeres ya
se sabe…. ¿Ahora se entiende mejor mi desconcierto?
Me siento en mi silla favorita y me quedo mirando a los ojos
de Fernando Pessoa para recuperarme un poco. Y oigo que me dice,
-La “reductio ad absurdum” es una de mis bebidas predilectas.
-¿Y?- le digo.
Pero no me contesta, él es así.
Me acuerdo de lo que me ha dicho el psiquiatra y me pongo a escribir:
“Han atentado contra la embajada de Alemania. En Grecia.
¿Hay que explicar algo? ¿Hay alguien que no entienda el mensaje? Seguramente
no, o seguramente no los que lo han provocado.
No he leído más sobre el asunto, pero así a bote pronto
juraría que estos denominados terroristas, ayer eran indignados, antes de ayer
trabajadores y hace unos años unos jóvenes que intentaban resolver sus vidas
como todo hijo de vecino. Que votaban, respetaban las leyes y se sentían
ciudadanos de Grecia. ¿Qué ha pasado para ser terroristas? ¿Lo llevaban en la
sangre? ¿Estaban predestinados?
Bien seguro que no. Simplemente se han encontrado en una
situación en la que la mejor opción era cometer un atentado sobre la embajada
alemana. ¿Cómo ha de sentirse un hombre para que la mejor opción sea atentar
contra la vida de otros? ¿A qué callejón sin salida se habrá visto abocado?
La Justicia, La Democracia, La Libertad son conceptos que
tienen el valor de su utilidad. Si hay una Justicia que te condena a vivir
pobre, si hay una Democracia que votes lo que votes no te saca del hoyo, si hay
una Libertad que sólo te permite ver como otros viven en el lujo mientras tú
vives en la miseria, evidentemente son palabras que para esa persona carecen
del significado que deberían tener. Es una partida de cartas que no se desea
jugar.”
Parece que ahora me encuentro más tranquilo, aunque de
repente me asalta una duda: ¿Sería yo capaz de convencer a alguien con mi teoría
frente a la teoría del concejal, si por ejemplo la expusiese Mariano Rajoy?
¡Dios Mío por qué no me abandonas!
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