miércoles, 1 de enero de 2014

Balas sobre Atenas



Es uno de Enero del 2014 y estoy cortando el césped. Era una tarea que tenía pendiente desde el año pasado, y como no quiero tener sobre mi conciencia la posible culpabilidad de que el año se joda porque yo no haya cortado el césped pues he decidido poner manos a la obra para empezar el año limpio de deberes, que de haberes ya me ha dejado el PP.
Y por si aún mantenía alguna reticencia, el haber escuchado  junto a mi oído: ¿No te da no sé qué empezar el año con el jardín hecho una mierda?, ha terminado de convencerme.
Justo cuando voy casi por la mitad veo acercarse a mi vecino preferido. Se aburre mucho a pesar de su trabajo y te salta encima en cuanto te ve desprevenido.
-Tengo una teoría- me dice ufano, echando por la boca aliento en forma de humo.
-Buenos días y buen año- digo yo sin querer.
-Eh, buenos días y buen año- contesta él sin saber lo que ha dicho.
Yo disimulo y sigo con lo mío por si cayera la breva. Pero no cae.
-Que tengo una teoría- insiste.
Dudo entre fingir que me desmayo o que no escucho nada con el ruido del cortacésped que acabo de poner a toda leche, pero la hierba está escarchada y si sigo a todo trapo con la maquina en vez de uno tendré media docena de vecinos. Me rindo.
Lo miro como si no lo conociera, volcando en mi mirada el pensamiento de cuál es el número primo más grande que conozco pero como si nada.
-Te la cuento.
En fin, que apago el cortacésped.
-Lo del tiroteo en Atenas sobre la embajada alemana, lo sé- dice con media sonrisa.
No voy a cooperar en absoluto.
-Eso han sido unos cazadores de bisontes que se han perdido y han confundido el edificio de la embajada alemana con una manada de bisontes.
No hay que sorprenderse, es como cuando un trabajador a sueldo, clase media tirando a baja te dice que esta vez ha votado al PP para ver si la cosa se arregla. Se mantiene la sangre fría y a ver.
Hago como que miro el nivel de gasoil de la cortadora, lo que es un desatino porque es eléctrica y los cien metros de cable, los tengo por todo el jardín, más liados que Dolores de Cospedal difiriéndose. Cuando ya tengo claro que el gas-oíl no se va a acabar levanto la vista, ya recuperado, y consigo articular,
-Pero, en Atenas no hay bisontes.
-¿Desde cuándo?- pregunta con cara de haberme cogido.
-Desde siempre- contesto con un pelín de indecisión.
-¿Y si los han traído para criarlos y luego los sueltan?
Ahí me ha cogido. Digo cualquier cosa.
-Pero, ¿Y qué hacen una manada de bisontes por Atenas y frente a la embajada alemana?
Me mira con cara de suficiencia,
-No, si la manada no se ha perdido, son los cazadores. Los bisontes andan por ahí por el campo, yo qué sé. Son los cazadores los que se han perdido y han ido a  parar a Atenas y han confundido la embajada alemana con bisontes.
Estoy atrapado, ¿qué hago?
-¿Dónde has escuchado esa teoría?
-He ido atando cabos, un poco de Intereconomia, algo que se les ha escapado a los de La Razón entre líneas, unas declaraciones del ministerio de Economía, un guiño de Mariano Rajoy a Ángela Merkel, unas fotos de Miguel Blesa con alguna pieza cobrada, en fin…y un poco de talento deductivo.
Sin querer he apretado el botón de “a toda leche” de la cortadora y ahí me he hecho fuerte. Le veo que sigue hablando pero le hago gestos de que me es imposible controlar la bestia salvaje que tengo entre las manos y me voy retirando hacía mi garaje simulando que la cortadora da tirones que me arrastran. Cuando estoy dentro tardo unos minutos en recuperar el norte. Demasiados. De pronto se hace el silencio y contemplo con pesar a mi maquina salvaje. Su cordón umbilical está roto. La cirujano que la ha silenciado mira por la ventana unos momentos y me dice,
-¿Eso de dejar el jardín a medias es una nueva moda o qué?
-No, es que tengo unas ideas que me han venido a la mente y ya sabes cómo soy yo, si no las escribo enseguida se me olvidan- digo, buscándolas desesperadamente por todo mi cuerpo, incluida la mente, por si se pone inquisitiva.
Pero no,
-¿Qué hace ahí el concejal, paseando por nuestro jardín, como si fuera Winston Churchill pensando en cómo acabar la segunda guerra mundial?
-Ni idea- contesto, camino de mi refugio.
No quería poner lo de que es concejal, pero las mujeres ya se sabe…. ¿Ahora se entiende mejor mi desconcierto?
Me siento en mi silla favorita y me quedo mirando a los ojos de Fernando Pessoa para recuperarme un poco. Y oigo que me dice,
-La “reductio ad absurdum” es una de mis bebidas predilectas.
-¿Y?- le digo.
Pero no me contesta, él es así.
Me acuerdo de lo que me ha dicho el psiquiatra y me pongo a escribir:
“Han atentado contra la embajada de Alemania. En Grecia. ¿Hay que explicar algo? ¿Hay alguien que no entienda el mensaje? Seguramente no, o seguramente no los que lo han provocado.
No he leído más sobre el asunto, pero así a bote pronto juraría que estos denominados terroristas, ayer eran indignados, antes de ayer trabajadores y hace unos años unos jóvenes que intentaban resolver sus vidas como todo hijo de vecino. Que votaban, respetaban las leyes y se sentían ciudadanos de Grecia. ¿Qué ha pasado para ser terroristas? ¿Lo llevaban en la sangre? ¿Estaban predestinados?
Bien seguro que no. Simplemente se han encontrado en una situación en la que la mejor opción era cometer un atentado sobre la embajada alemana. ¿Cómo ha de sentirse un hombre para que la mejor opción sea atentar contra la vida de otros? ¿A qué callejón sin salida se habrá visto abocado?
La Justicia, La Democracia, La Libertad son conceptos que tienen el valor de su utilidad. Si hay una Justicia que te condena a vivir pobre, si hay una Democracia que votes lo que votes no te saca del hoyo, si hay una Libertad que sólo te permite ver como otros viven en el lujo mientras tú vives en la miseria, evidentemente son palabras que para esa persona carecen del significado que deberían tener. Es una partida de cartas que no se desea jugar.”
Parece que ahora me encuentro más tranquilo, aunque de repente me asalta una duda: ¿Sería yo capaz de convencer a alguien con mi teoría frente a la teoría del concejal, si por ejemplo la expusiese Mariano Rajoy?
¡Dios Mío por qué no me abandonas!

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