sábado, 22 de marzo de 2014

La guerra está en otra parte



El planeta es un gallinero y como en cualquier gallinero, la supremacía la da la fuerza y el poder para ejercerla. Una fuerza y un poder que un día sí y al otro también hay que poner en valor. No hace falta decir quiénes son los gallos actualmente y quiénes optan al puesto de gallos futuros. Las gallinas lo tienen claro. Ni falta hace decir que Europa es una gallina vieja que pronto no servirá ni para caldo. Pronto en historia no es mañana ni pasado. Échenle medio siglo, lustro arriba, lustro abajo.
A los gallos les gusta además de montar a las gallinas mostrar su canto cada vez que hace falta y enseñar los espolones. Muchas veces sin venir a cuento. Con unas maniobras militares, al lado de las gallinas de los otros gallos, por ejemplo.
La desgracia, hasta ahora, y de manera implacable, es que sucedía que dos gallinas se peleaban por cuatro granos de trigo y enseguida venían los gallos con sus gritos y espolones y a los pobres polluelos los masacraban. Siria es, ahora mismo, un buen corral para ejemplificar este acontecer. El amor de la gallina llamada Bashar al-Assad por sus polluelos y de las gallinas rivales por los suyos ha obligado a los gallos a devastar el corral. Andan los polluelos que sobreviven piando desconsoladamente por los corrales de medio mundo.
Recientemente otro corral ha entrado en cacareos permanentes. Se llama Ucrania. El problema es que las gallinas no se ponían de acuerdo: Unas querían ser montadas por un gallo y las otras por otro. Han estado así un tiempo. Los gallos al acecho, echándole miraditas a las grupas de las gallinas.
Mientras ellas se insultaban y se escupían, no van más allá estas aves, que tocan más huevos de los que ponen, algunos polluelos se despedían del mundo de forma harto baldía.
Cuando ya parecía que las gallinas más dispuestas a romper con la falta de preservativos y de máquinas depiladoras ganaban terreno, la disputa recrudeció en una esquina del corral. Ésta es una esquina harto golosa pues es muy soleada y tiene salida navegable al mundo. Por lo que el gallo que llegó antes se la quedó.
Desde los corrales del resto del mundo las gallinas y los gallos con opciones contemplaban el berenjenal y se temían lo peor. Pues estos gallos son de lo más gallo que hay en este momento. Gallo cuello negro, gallo cuello blanco.
Pero parece que no va a ser así. Cuando se esperaba que en cualquier momento los polluelos empezasen a caer como moscas ha resultado que no.
Y ésta ha sido la gran y agradable sorpresa de esta pelea de gallos. Que parece ser que los polluelos van a poder seguir con su vida. Con otro gallo montando a las gallinas, pero sanos y salvos. Al fin y al cabo que más le da a los polluelos quién monta o deja de montar, si todos vienen del huevo.
Noticia muy buena ésta. El planeta ya está un poco saturado de polluelos danzando fuera de su corral.
Pero si no hay espolonazos ni picotazos, ¿cómo se las van a arreglar para hacer valer su supremacía?
Pues parece ser que por fin la globalización ha traído algo bueno y es que junto a la explotación que de la carne se lleva haciendo últimamente, también ahora se empieza a sacar partido a eso de tener el capital globalizado, y así  sucede que un gallo amenaza al otro con  escacharle los huevos que ha dejado por ahí diseminados y el otro al uno, pues parecido.
Así gallo cuello negro con la complicidad de gallinas de una lealtad esclavistas le ha dicho a gallo cuello blanco que alguno de sus huevos que andan por sus corrales, pues gallo cuello blanco es un poco cuco y va dejando huevos en corrales ajenos para que gallinas  de otros se los saquen adelante, quedan en observación, marcados y sujetos a posible fritura. Gallo cuello blanco ha contestado que el hará lo mismo, aunque es probable que no sean huevos si no gases lo que este gallo utilizará contra las gallinas favoritas de su opositor. Que dejara de peerse hacia ellas y su gas dejará de calentarlas. ¡Supera eso! Ha dicho gallo cuello blanco.
Y así andamos, como siempre, porque las guerras entre gallos  son cosa de huevos y malos gases. Lo esperanzador de esta vez es que los huevos y los gases son otros y por ahora sangre no hay.
Parece ser que debido a los avances tecnológicos llevados a cabo en los últimos tiempos los espolones y los picos de estos gallos mejor que no entren en danza porque son de un mal hacer aterrador. Dizque podrían destruir los corrales para siempre.
Asistimos pues  a una modalidad de enfrentamiento muy prometedora que aunque no tiene la bizarría de las grandes gestas y no dará para heroicidades, y se parece mucho a una escena de mandriles mosqueados, es contemplada con mucha esperanza por los polluelos que esperan que por una vez la guerra no vaya con ellos y esté en otra parte.
Una parte, que por otro lado, pone en evidencia que es lo verdaderamente preocupante para estos gallos, aunque anden siempre hablando de libertades, democracia y respeto a los derechos humanos de los pollos….un bla, bla, bla, bla que ya casi ningún polluelo entiende.
Mientras tanto,
Gira, el gallinero gira
en las calles, en la gente
corazones que se encuentran
corazones que se pierden,
alegrías y dolores de la gente como yo.
¡El gallineeeeeero, que no haaaaaaa parado ni un momento!

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