El
último ¿acierto? del inefable José María Aznar como presidente de su partido,
el PP, ese partido político con tan mala suerte que tuvo que cargar con toda la
purria del franquismo, fue nombrar a Mariano Rajoy para sucederle. Se lució. La
excusa de que tampoco tenía mucho donde elegir, los otros dos candidatos eran
Rodrigo Rato y Álvarez Cascos, no me vale. Que hubiera buscado con otro interés
que el de poner a alguien manejable. En lo de manejable también se lució. Ya me
dirán ustedes si conocen a alguien más escurridizo que Mariano Rajoy. Es peor
que una trucha en plena remontada para desovar. Para manejable hubiera sido
mejor Ruiz Gallardón, acostumbrado a tragar quina, como lo prueba el ahora
te quito ahora te pongo, ahora presidente, ahora alcalde, ahora ministro y
sobre todo la colocación de Doña Ana en el Ayuntamiento de Madrid para su
posterior ascensión a la alcaldía y/o la pasividad con la que aguantó las
cornadas de la bravía Esperanza Aguirre, esa mujer que se está desaprovechando
despreciando a todos los nostálgicos del franquismo que andan buscando una
madre desesperadamente, que en el PP cada vez se ven más incomprendidos, entre
corruptos: Fabra, Camps y Matas, por ejemplo, y tontos: Floriano y Alonso, los
hermanos Dupont, ejemplazos, se pierden, que ellos son más de Terry, puro y
toros, ¡coño!. Pues no, el eligió a Mariano Rajoy.
Está
lloviendo mucho. Pones la frase en el Google y las doce primeras entradas lo
cuentan. Un hito en la capacidad oratoria de un líder político. La llevo en el
corazón. Esta frase es todo un trazo magnifico para definir la personalidad de
un hombre. A Goya se le hubiera caído la baba escuchando la frase y pensando si
él alguna vez fue capaz de crear un trazo con tanto acierto en alguno de sus
cuadros. No digamos de Flaubert o Cervantes. En esa frase Mariano Rajoy se
desnudó más allá de lo que cualquiera pudiera pensar: No sus carnes, no, vimos
su alma. Está lloviendo mucho, no……a cantaros.
A mí me
hubiera producido lastima aderezada con un poco de ternura, si esta frase la
hubiera pronunciado un hombre cualquiera ante cualquier pregunta inquisitiva,
pero cuando la pronuncia un primer ministro de mi país en unas circunstancias,
digamos críticas por no decir jodidas, me produce pánico. ¿Quién maneja
mi barca que a la deriva me lleva?
Pero hablemos de los antecesores.
Después
de Aznar pensé que nada peor podía pasarnos en cuanto a Presidentes del Gobierno,
algún día habrá que explicarle al mundo como pudo pasar. Hueco, está simplemente
hueco. Cuando se quita el bigote es cuando más se le nota y cuando uno mira a
su esposa entonces se confirma: Detrás de cada hombre hueco hay más hueco. Le declaró
la guerra a Irak, que si quitan los americanos y los ingleses su armamento
quedan nuestros tirachinas y entonces van los etarras, que Periquillo Jotilla y
el ultramontano Jiménez Losantos lo tienen clarísimo, aliados con los servicios secretos españoles, la yihad
islámica, los doce apóstoles y los cien mil hijos de San Luis y ponen los
trenes de Madrid patas arriba. El pueblo vira y llega victorioso y ufano nuestro
siguiente presidente: Zapatero. ¡Cuánto he sufrido yo por este hombre cuando se
reunía con los tiburones del capital los sábados! Por mucho que le echaba
imaginación a la cosa no era capaz de encontrar un escenario en el que no
saliera escaldado. Lamentable.
Zapatero
llegó al PSOE como Juan XXIII al papado, ni pa ti ni pa mi, pa nadie, y como él, se dedicó a ser bueno, talante que
decía él, y, claro, contentando a todos, por corrimientos de fuerzas
proporcionales y según la teoría de los vasos comunicantes y que si no cortas
por lo sano te torean, pues Zapatero ha sido el Presidente más toreado desde
que tenemos Democracia. Ahora ha escrito un libro que se llama El Dilema. No lo
he leído, pero nunca hubiera dicho que Zapatero tuviera dilemas,
no me da.
Total
que los ciudadanos viendo que el capitán cada vez zozobraba más y que no veía
el enorme iceberg que teníamos en cubierta le quitaron el mando y se lo dieron a
Mariano Rajoy. Bueno eso parecía. Porque enseguida se vio que ganas de navegar
tenía pocas, no digamos de dar órdenes y no digamos de contar lo que estaba haciendo.
Yo
cuando lo veo tengo la sensación de que no atiende a lo que el dicen porque
está contando los minutos que faltan para dejar de ser presidente, que quiere
irse de parranda con los predecesores a dar consejos a troche y moche en el
Consejo de Estado sabiendo que no van a ningún sitio, que es lo que a él le
gusta. Uno ve a los ministros y al factótum Soraya ir de un sitio para otro,
apurados, cometiendo descalabros, viendo a la Sra. Cospedal hacer virguerías
con su desvergüenza y cuando sale él, yo oigo,
-¿Es a
mí?
Todos
lo tapan,
-No, él
no habla, él trabaja
¡Hay,
que mentirosillos! Algún día lo sabremos, cuando escriba su libro de memorias,
como no podrá ser de otra manera, y que no me extrañaría nada que se llamase El
Dilemenos, está vez con mucha lógica.
Y que
conste que si han estado ahí es porque el pueblo los votó, Franco lo pensó y
Juan Carlos se lo comió.
Lo que me
lleva a las dos preguntas que me obsesionan
¿De qué se ríe Franco?
¿Y el pueblo, qué piensa?
Gracias por pasar por la plaza de Catalunya señor Requejo.Echaba mucho de menos sus magnificos comentarios.Me ha alegrado el día.Y eso,en estos tiempos convulsos,no es moco de pavo.Espero seguir leyéndole.Un saludo.
ResponderEliminar